jueves, 28 de febrero de 2013

La Comunicación


Se llama comunicación a la transmisión de información entre dos o más seres. Para comunicares el ser humano utiliza diversos sistemas de signos: auditivos, visuales, táctiles, olfativos y lingüísticos.
Se llama sistema al conjunto de elementos que se relacionan entre sí y dependen unos de otros. Los signos que constituyen una lengua forman un sistema y son interdependientes, por ejemplo, las vocales
Los elementos de la comunicación
Los elementos que intervienen en un acto comunicativo son los que aparecen a continuación:
El ruido y las redundancias
A veces, el mensaje llega adulterado al receptor porque se producen interferencias, o ni siquiera llega. Este fenómeno se denomina ruido.Para evitar estas dificultades en la transmisión del mensaje y asegurar ña llegada correcta de la información, se usan las redundancias, o repeticiones innecesarias que actúan como refuerzos. Así en: Te quiero, amor mío, la expresión amor mío, contiene la misma información que el primer tramo del mensaje.
Las funciones del lenguaje
Función del lenguaje es cada una de las distintas finalidades para las que se usa. Así, cuando el interlocutor habla con otro, siempre lo hace con alguna intención comunicativa. Las funciones son: referencial, expresiva, apelativa estética fática y metalinguistica
Orígenes de las lenguas peninsulares
Cuando los romanos desembarcaron en Ampurias, en el año 218 a.C. en la península Ibérica convivían distintos pueblos (vascos, tartesos, fenicios, iberos, celtas, etc.) que hablan lenguas muy diferentes. De ellas tan solo persisten algunos restos en las lenguas peninsulares actuales, con la única excepción del vasco o euskera, que es la única lengua prerromana que se conserva en España.
La romanización (difusión de la lengua y culturas romanas) provocó la desaparición de todas las lenguas peninsulares preexistentes excepto el vasco. La lengua de los romanos se fue imponiendo sobre las lenguas primitivas era el latín vulgar, usado por los soldados, comerciantes, colonos que se establecieron en la Península.
Las sucesivas invasiones que se produjeron en la península durante la Edad Media (entre las que destacan las de los germanos en 409 y, sobre todo, la de los árabes en el año 711) junto a la propia evolución del latín vulgar, que sé aprendía y transmitía de forma oral, favorecieron la progresiva fragmentación de esa unidad lingüística en diferentes dialectos: el galaico-portugués, el asturleones, el castellano, elnavarroaragones, el catalán y e mozárabe. Tan solo algunas de estas variantes (el gallego y el portugués -cuyo origen común las mantuvo unidas asta el siglo VI-, el catalán y el castellano) llegaron a convertirse en lenguas.
El mozárabe, hablado pro los habitantes del sur que se quedaron en territorio árabe, desapareció pronto. La principal fuente de conocimientos de este dialecto latino ha sido las jarchas, primeras composiciones líricas de la Península Ibérica.
Bebido a la influencia del castellano, el astur-leones, y el navarro-aragonés no llegaron a desarrollares como lenguas, por lo que son considerados dialectos del latín. Actualmente, se manifiestan en hablas diversas: el navarro-aragonés se habla en algunos valles pirenaicos del norte de Huesca, el astur-leones se extiende por León, Zamora, Salamanca, Asturias y parte de Cantabria. Las variedades del astur-leones que se conservan en Asturias reciben el nombre de bable, y las del aragonés fabla.
Orígenes del castellano
El castellano nació en la zona de Cantabria, en una serie de condados dependientes del reino de León. Los castellanos buscaron pronto la independencia de León, y, así, el legendario conde Fernán González logró reunir, en el siglo X los condados de Castilla, Asturias y otros en el nuevo gran condado de Castilla, todavía dependiente de León.
Con la Reconquista, iniciada en las montañas asturianas de Covadonga por don Pelayo, el castellano se fue extendiendo hacia el sur en forma de cuña invertida, entre el leonés al oeste y el aragonés este, difundiéndose también por León, La Rioja, Navarra y Aragón.
En los siglos XVI y CVII, el castellano se convirtió en la lengua de prestigio, con una floreciente literatura. Empezó a utilizarse como lengua de cultura, tanto en la publicación de obras como en las universidades, donde sustituyó al latín, que se había utilizado durante siglos.