Bioética
Concepto
La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida
que surgen en las relaciones entre biología, nutrición, medicina, química,
política (no debe confundirse con la "biopolítica"7 ), derecho,
filosofía, sociología, antropología, teología, etc. Existe un desacuerdo acerca
del dominio apropiado para la aplicación de la ética en temas biológicos.
Algunos bioéticos tienden a reducir el ámbito de la ética a lo relacionado con
los tratamientos médicos o con la innovación tecnológica. Otros, sin embargo,
opinan que la ética debe incluir lo relativo a todas las acciones que puedan
ayudar o dañar organismos capaces de sentir miedo y dolor. En una visión más
amplia, no sólo hay que considerar lo que afecta a los seres vivos (con
capacidad de sentir dolor o sin tal capacidad), sino también al ambiente en el
que se desarrolla la vida, por lo que también se relaciona con la ecología.
El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es
el respeto al ser humano, a sus derechos inalienables, a su bien verdadero e
integral: la dignidad de la persona.
Por la íntima relación que existe entre la bioética y la
antropología, la visión que de ésta se tenga condiciona y fundamenta la
solución ética de cada intervención técnica sobre el ser humano.
La bioética es con frecuencia asunto de discusión política,
lo que genera crudos enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso
tecnológico en forma incondicionada y aquellos que consideran que la tecnología
no es un fin en sí, sino que debe estar al servicio de las personas y bajo el
control de criterios éticos; o entre quienes defienden los derechos para
algunos animales y quienes no consideran tales derechos como algo regulable por
la ley; o entre quienes están a favor o en contra del aborto o la eutanasia.
Origen
La ética es la reflexión crítica sobre los valores y
principios que guían nuestras decisiones y comportamientos.
La palabra bioética es un neologismo acuñado en 1971 por Van
Rensselaer Potter (en su libro Bioethics: bridge to the future), en el que este
autor englobaba la "disciplina que combina el conocimiento biológico con
el de los valores humanos". La prestigiosa Encyclopedia of Bioethics
(coordinada por Warren Reich) define la bioética como "el estudio
sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del
cuidado sanitario, en cuanto que tal conducta se examina a la luz de los
valores y de los principios morales". En la actualidad abarca no sólo los
aspectos tradicionales de la ética médica, sino que incluye la ética ambiental,
con los debates sobre los derechos de las futuras generaciones, desarrollo
sostenible, etc. (De hecho, el libro de Potter trataba las cuestiones éticas en
relación al medio ambiente con perspectivas evolutivas, pero posteriormente el término
bioética se ha usado sobre todo para referirse a la nueva ética médica y a la
ética de los nuevos avances en biomedicina).
En 1972 André Hellegers crea el Instituto Kennedy de
Bioética, en la Universidad Georgetown (Washington DC), siendo esta la primera
vez que una institución académica recurre al nuevo término. Según Warren Reich
(1993), la palabra bioética ha tenido éxito en imponerse porque es muy
sugestiva y poderosa: "sugiere un nuevo foco, una nueva reunión de
disciplinas de una forma nueva y con un nuevo foro que tendió a neutralizar el
tinte ideológico que la gente asociaba con la palabra ética".
El objetivo de la bioética, tal como la "fundaron"
el Hastings Center (1969) y el Instituto Kennedy (1972) era animar al debate y
al diálogo interdisciplinar entre la medicina, la filosofía y la ética, y
supuso una notable renovación de la ética médica tradicional.
Principios
fundamentales de la bioética
En 1979, los bioeticistas T. L. Beauchamp y J. F.
Childress,8 definieron los cuatro principios de la bioética: autonomía, no
maleficencia, beneficencia y justicia. En un primer momento definieron que
estos principios son prima facie, esto es, que vinculan siempre que no
colisionen entre ellos, en cuyo caso habrá que dar prioridad a uno u otro, dependiendo
del caso. Sin embargo, en 2003 Beauchamp9 considera que los principios deben
ser especificados para aplicarlos a los análisis de los casos concretos, o sea,
deben ser discutidos y determinados por el caso concreto a nivel casuístico.
Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress
son:
Principio de
autonomía
La autonomía expresa la capacidad para darse normas o reglas
a uno mismo sin influencia de presiones externas o internas. El principio de
autonomía tiene un carácter imperativo y debe respetarse como norma, excepto
cuando se dan situaciones en que las personas puedan no ser autónomas o
presenten una autonomía disminuida ( personas en estado vegetativo o con daño
cerebral, etc.), en cuyo caso será necesario justificar por qué no existe autonomía
o por qué ésta se encuentra disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento
informado es la máxima expresión de este principio de autonomía, constituyendo
un derecho del paciente y un deber del médico, pues las preferencias y los
valores del enfermo son primordiales desde el punto de vista ético y suponen
que el objetivo del médico es respetar esta autonomía porque se trata de la
salud del paciente.
Principio de
beneficencia
Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus
legítimos intereses y suprimiendo prejuicios. En medicina, promueve el mejor
interés del paciente pero sin tener en cuenta la opinión de éste. Supone que el
médico posee una formación y conocimientos de los que el paciente carece, por
lo que aquél sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente para éste. Es decir
"todo para el paciente pero sin contar con él".
Un primer obstáculo al analizar este principio es que
desestima la opinión del paciente, primer involucrado y afectado por la
situación, prescindiendo de su opinión debido a su falta de conocimientos
médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de médicos y de pacientes
pueden discrepar respecto a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es
difícil defender la primacía de este principio, pues si se toman decisiones
médicas desde éste, se dejan de lado otros principios válidos como la autonomía
o la justicia.
Principio de no
maleficencia
Abstenerse intencionadamente de realizar acciones que puedan
causar daño o perjudicar a otros. Es un imperativo ético válido para todos, no
sólo en el ámbito biomédico sino en todos los sectores de la vida humana. En
medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una interpretación
adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien.
Entonces, de lo que se trata es de no perjudicar innecesariamente a otros. El
análisis de este principio va de la mano con el de beneficencia, para que
prevalezca el beneficio sobre el perjuicio.
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia
son varias: tener una formación teórica y práctica rigurosa y actualizada
permanentemente para dedicarse al ejercicio profesional, investigar sobre
tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los ya existentes
con objeto de que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes; avanzar en
el tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y, con ello, la
multiplicación de procedimientos y/o tratamientos innecesarios.
Aparece por primera vez en el Informe Belmont (1978).
Principio de justicia
Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de
disminuir las situaciones de desigualdad (ideológica, social, cultural,
económica, etc.). En nuestra sociedad, aunque en el ámbito sanitario la
igualdad entre todos los hombres es sólo una aspiración, se pretende que todos
sean menos desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los
iguales y desigual a los desiguales para disminuir las situaciones de
desigualdad.
Principio más moderno
de la bioética
El más moderno de los principios de la bioética es el de
autonomía, ya que surge como consecuencia de un concepto de ser humano que
implica la idea de libertad personal. Boecio (siglo V) define, por primera vez,
a la persona como sujeto independiente del grupo social. Hasta ese momento no
se concebía la posibilidad de que una persona actuara según expectativas
diferentes a las de la familia y/o el estrato social al que pertenecía.
El principio de autonomía exige el respeto a la capacidad de
decisión de las personas, y el derecho a que se respete su voluntad, en
aquellas cuestiones que se refieren a ellas mismas.
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